¿Qué hacemos con el lobo marino?
publicado el 10/06/2023

El lobo marino común (LMC) es una especie que se distribuye a lo largo del Pacífico, desde bahía Zorritos (Perú) hasta las islas Diego Ramírez (Chile), presenta una longevidad de 16 años para las hembras y de 18 años para los machos.

El 21 de enero de 2021, la Subsecretaría de Pesca renovó la veda extractiva para el recurso lobo marino común en todo el territorio y aguas jurisdiccionales del país por diez años; si a eso sumamos los otros 8 años donde la especie ha estado bajo protección (desde 2013), este predador podría cumplir unos 18 años creciendo prácticamente sin ningún tipo de control a lo largo de Chile. Si hoy es un problema, es mejor no imaginar qué ocurrirá en una década más.

Si bien es cierto que la especie estuvo al borde de la extinción producto de una caza comercial feroz, hoy la situación se ha convertido en un problema en extremo grave y con una década aún más de tutela, el futuro se avizora complejo para el sector pesquero y, en particular, para la pesca artesanal merlucera.

El lobo marino común (LMC) es una especie que se distribuye a lo largo del Pacífico, desde bahía Zorritos (Perú) hasta las islas Diego Ramírez (Chile), presenta una longevidad de 16 años para las hembras y de 18 años para los machos. Así también, el último censo de la especie (2019) señala que hay unos 138 mil individuos a lo largo de Chile. Otros estudios más actualizados establecen una población de 200 mil. De hecho, la agencia de noticias internacionales France Press, explica que alrededor del 40% de la población mundial de lobos marinos viven en el mar chileno. Es decir, ¡4 de cada 10 lobos marinos del mundo viven en nuestras costas!

En el último tiempo, las autoridades pesqueras chilenas han planteado que el lobo es una plaga o que, al menos, estamos frente a una sobrepoblación de la especie y que ello está afectando muchísimas actividades y hábitats. El principal problema es que para ellos no existe una especie marina depredadora como ocurre en otros países del mundo. Es decir, en el hábitat donde viven en Chile no tienen rivales ni suficientes predadores naturales.

La competencia del lobo con el pescador artesanal es brutal por su voraz apetito. Consume unos 40 kilos de pescado al día y si usted multiplica por los 200 mil ejemplares que se estima existen, estos animales comen 8 toneladas diarias de recursos del mar a lo largo de Chile, principalmente merluza común o “pescada”.

Esporádicamente dirigentes pesqueros artesanales a lo largo de Chile denuncian el problema al que se ven enfrentados. En Valparaíso o San Antonio los lobos hunden las embarcaciones con su peso; en Dichato o Coliumo, los lancheros deben dar verdaderas luchas con estos animales cuando los botes vienen de regreso al puerto; en Valdivia los lobos fueron responsables de la mortandad de 200 cisnes en un santuario de la naturaleza; en Puerto Montt denuncian que esta especie ya no caza, escuchan el ruido de un bote y los siguen hasta las faenas de pesca, rompiendo redes y robando las capturas.

Pero en todos estos puertos y caletas los pescadores artesanales denuncian que el lobo literalmente se está comiendo sus peces y que el drama va en aumento, que los esfuerzos de control han sido infructuosos y que las autoridades no logran ponerse de acuerdo para establecer una ruta de acción.

Una actividad se considera sostenible cuando busca un equilibrio entre los aspectos económicos, sociales y ambientales, y cuando se planifica y se ejecuta de manera que permita satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias.

Si observamos esta definición de una actividad sostenible, podemos darnos cuenta de que la situación del lobo marino común está poniendo en severo riesgo la sostenibilidad de la pesca artesanal a lo largo de Chile. Es hora de actuar. Ya no hay tiempo.

Por : Monserrat Jamett Leiva
Jefa de Sustentabilidad Pescadores Industriales del Biobío
Fotografía: opinion
Fuente:el mostrador

Share This