LA HUMANIDAD PESCA 32 MILLONES DE TONELADAS DE PECES A ESCONDIDAS
publicado el 01/20/2016

Un estudio destapa que el 30% de las capturas mundiales no se comunica a Naciones Unidas.

La humanidad está saqueando los océanos. Las poblaciones de peces «explotadas a un nivel biológicamente insostenible» —como las de merluza, lenguado y salmonete de roca del Mediterráneo— se dispararon desde un porcentaje del 10 % en 1974 hasta tocar techo en 2008 con un 33%, disminuyendo posteriormente hasta el 29%, según el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Pero estas cifras, ya alarmantes, están muy infraestimadas, según destapa hoy la organización científica Sea Around Us.

Los investigadores, con sede en la Universidad de Columbia Británica (Canadá), calculan que los pescadores capturan al año 109 millones de toneladas de peces, un 30% más de lo que se declara. En 2010, último año reflejado en el estudio, la humanidad extrajo 32 millones de toneladas de peces sin comunicar su desaparición, una cantidad mayor que el peso de todos los ciudadanos de EE UU, según ilustran los científicos.

«Si seguimos sobrepescando, habrá menos pescado en el futuro. Actualmente, el déficit de peces en la Unión Europea se compensa con las capturas en otros lugares, como África. Pero, una vez que se agoten, ¿de dónde sacaremos los peces?», se lamenta el biólogo francés Daniel Pauly, autor principal del estudio, que se publica hoy en la revista Nature Communications. El trabajo, obra de un centenar de investigadores de más de 50 instituciones, ha revisado los datos oficiales suministrados por más de 200 países a la FAO y los ha comparado con las informaciones de otras fuentes científicas, de expertos locales y de estadísticas de la industria. El desfase detectado corresponde principalmente a que los países suelen limitarse a registrar la pesca industrial y omiten los resultados de las modalidades más artesanales, de la pesca ilegal y los descartes realizados en alta mar.

El déficit de peces en la UE se compensa con las capturas en África. Pero, una vez que se agoten, ¿de dónde sacaremos los peces?», se lamenta el biólogo Daniel Pauly

Las estadísticas oficiales de la FAO sostienen que, desde 1950, las capturas mundiales llegaron a su pico en 1996, con 86 millones de toneladas, para estancarse y luego descender hasta los 77 millones de toneladas en 2010. Los nuevos datos elevan el techo de 1996 a los 130 millones de toneladas. «Las cifras revisadas de las capturas son, en general, un 53% superiores a los datos comunicados oficialmente», alertan los científicos en su estudio.

Sea Around Us subraya que, en el periodo 1950-2010, las capturas globales de atunes fueron un 9% más altas de lo declarado. En el caso de los tiburones, el desfase alcanzó un preocupante 60%. España figura entre las primeras flotas del mundo en pesca de tiburones. Sus aletas se exportan a Asia y su carne se vende en los mercados europeos, donde es demandada, por ejemplo, para elaborar el cazón en adobo típico de la provincia de Cádiz. En 2013, la Convención de Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) tomó la decisión histórica de proteger al tiburón oceánico, el marrajo sardinero y tres especies de tiburón martillo. La medida fue aplaudida por organizaciones ecologistas como WWF, que la calificó de «crucial para frenar la sobrepesca desenfrenada que está empujando a estos animales al borde del colapso».

Raúl García, responsable de Pesquerías de WWF, recuerda que unos 60 millones de personas trabajan en el sector mundial de la pesca y la acuicultura. La mayor parte de los pescadores emplea técnicas artesanales. «Que se pesque un 30% más de lo que se declara no me sorprende, me cuadra con nuestra experiencia. Solo la pesca ilegal, con barcos sin bandera o sin licencia, representa entre el 7% y el 10%», afirma. Sin embargo, García es cauto a la hora de interpretar los resultados de Sea Around Us. «Daniel Pauly es el pope mundial en la reconstrucción de capturas, pero hay que tener en cuenta que son estimaciones y los errores se pueden multiplicar», advierte.

(EL PAIS)

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